jueves, 28 de febrero de 2008

SE ACABÓ EL CHOLLO



El simpático animalito:


Adán y Eva, vivían felices en aquel lugar de ensueño, hacían cuanto les venía en gana y la vida discurría feliz y tranquila, eso si, no se acercaban al manzano ni locos pues estos eran temerosos de Dios.
Debe ser porque ver a Dios serio impone, así que al manzano ni arrimarse, que uno nunca sabe que puede pasar.
Un día en que Adán se había quedado haciendo el vago tumbado a la bartola debajo de un árbol, Eva, decidió dar un paseo por la zona para ver si veía algunas fresas, pues le gustaban un montón.
Como andaba despistada mirando por aquí y por allí, no se dio cuenta de que se le había acercado un animal y como este no hacía ruido Eva ni se enteró, el animal en cuestión era una serpiente que llegó con cara, digamos maliciosa, produciendo un ligero siseo cada vez que metía y sacaba la lengua.
Eva no se sorprendió, estaba acostumbrada a que los animales se acercaran a ella y tomando el siseo por un piropo le sonrió picarona y creo que hasta se sonrojó.
La serpiente, entre siseos, le preguntó:
-¿A dónde vas Caperucita?-, ¡Uy!, perdón eso es de otro cuento, lo siento, sigo, sigo con la serpiente.
A ver volvamos a empezar…
-¿A dónde vas Eva?
Y ella, muy desenfadada y totalmente despreocupada le dijo así:
-Pues verás serpiente, las fresas me gustan mucho y aprovechando que Adán duerme, he decido ir a ver si encuentro algunas.
- ¿Y qué otra clase de frutas te gustan de las que hay en el Edén?- volvió a interpelar la serpiente, satisfecha al darse cuenta que la estaba llevando al punto donde ella quería llegar.
Eva, un ser inocente y sin maldad; no la conocía, allí sólo había amor, paz, felicidad, así que no pilló la segunda intención de la serpiente y respondió ingenuamente:
-Pues verás, me gustan todas, algunas más y otras menos, pero si, me gustan todas.
-¿Y las has probado todas?-, volvió a preguntar con aire inocente la serpiente.
Eva siguió con su candor acostumbrado y le respondió:
-¡Oh, si!, bueno en realidad no, todas no, hay una que no hemos probado Dios nos dijo que no lo hiciéramos, así que hemos obedecido y ni nos hemos acercado al árbol.
-¿Y se puede saber porqué Dios os ha prohibido que comáis de esa fruta en particular, quizás no tendrá buen sabor?
Insisto en este punto, Eva no tenía ni idea de lo que estaba pasando, ni conocía de ironía, ni de sarcasmo y mucho menos de segundas intenciones, hasta ese momento nunca se había encontrado en una situación así, por lo tanto Eva contestaba con total honradez a las preguntas de la serpiente, lo digo porque luego las cosas se complican y uno termina cargando culpas para la eternidad.
Sigamos pues con el relato.
-Bueno, -dijo Eva-, Él nos explicó que ese árbol era el árbol de la ciencia del bien y del mal y que si comíamos de él moriríamos, no sabemos muy bien lo que quiso decir con eso de morir pero por la cara que puso, la cosa debe ser muy mala.
¿Lo veis?, os lo dije, me lo imaginaba, no tenían ni idea de lo que Dios estaba hablando y luego pasa lo que pasa, la bendita desinformación, ya decía yo que la cosa no debía estar muy clara para ellos.
Pero mejor continuemos con lo que nos compete, que las cosas del Clero son complicadas y oscuras, y ya se sabe que en asuntos del Señor ellos llevan la voz cantate, no es mi intención contradecir en esta Historia lo que ellos llevan siglos escribiendo y cambiando cuando les llega la inspiración divina.
-¿Sabes algo mi querida amiga?,- siguió diciendo la serpiente-, yo no creo que ese árbol sea tan dañino como dice el Señor.
Eva lo miró con los ojos bien abiertos, no entendía como aquella criatura del Señor podía decir aquello, mientras que la serpiente, que ya os habréis imaginado quien era, continuó con la arenga difamatoria pues ya sabéis se la tenía jurada al Señor.
Así que la culebra se las arregló para llevar a Eva delante del hermoso manzano constantemente cargado de frutos y le dijo:
-Verás, lo que pasa es que si coméis de los frutos de este árbol os volveréis igual que él, tendréis los mismos conocimientos, sabiduría y poder que él y como comprenderás eso no le interesa, pues si coméis de él ya no será el único con esos poderes en este mundo que ha creado, dejando de ser el Dios todopoderoso, que es lo único que quiere ser.
-Por esa razón os ha estado engañando diciendo que moriríais, de esta manera se aseguró de que no lo ibais a tocar, pero nada de eso os pasará absolutamente nada, créeme por que yo conozco sus subterfugios y lo que se trae entre manos.
Eva lo miraba perpleja, no podía creer lo que estaba oyendo, la serpiente le estaba pidiendo mucho, demasiado para lo que ella estaba acostumbrada, primero que desconfiara de Dios y en segundo lugar, que pensara por si sola, que tuviera criterio propio y eso amigos no lo había hecho nunca, ¿Cómo lo iba a hacer, si lo tenía todo hecho?
Porque, que nosotros sepamos ninguno de los dos había tenido que buscarse la vida en el jardín del Edén, hasta ese momento lo único que habían tenido que decidir era bajo que árbol iban a dormir, o que frutas se iban a comer ese día en la comida.
Además ella ignoraba lo que Dios sabía de nuestro “arrastrado” amigo, y no tenía porque desconfiar de aquella serpiente que estaba resultando la mar de simpática, ¿Por qué, cuántos animales habían en aquel lugar que pudieran hablar?, ella no había visto ninguno.
Así que cayó de cuatro patas en la trampa y al decirle la serpiente que no tuviera miedo, que nada iba a pasar, Eva alargó la mano tomó una manzana y la sostuvo entre ellas mientras la miraba detalladamente.
Al principio pensó que se abriría el cielo y aparecería Dios para cumplir su amenaza entre rayos y truenos, pero al ver que el cielo seguía en su lugar y que no había ni rastro de los famosos rayos, confiada se dirigió rápidamente hacia donde Adán dormía placidamente, sin saber lo que se le venía encima.

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