domingo, 24 de febrero de 2008

EL GENESIS


De como Dios creó al hombre...

Dejamos a Dios reflexionando sobre cual sería su siguiente paso en esto de la creación, pues pensaba que a ese precioso lugar le faltaba algo y parece ser que encontró la solución, ya que rápidamente se levantó de su sillón y se puso manos a la obra.
Y precisamente es en ese momento donde yo creo que lo fastidió, pienso que debería haber inventado la semana de cuarenta y cuatro horas y haberse ido a descansar después de crear a los animales.
Pongamos atención pues en lo que se dispuso a hacer el Señor y vayamos entrando en materia que esto se pone bueno.
Dios, en su infinita sabiduría pensó que era un desperdicio de energía haber creado semejante cosa, el mundo, y que nadie disfrutase de él.
Así que ni corto ni perezoso se puso manos a la obra, se remangó la túnica y convirtiéndose en el primer alfarero de la Historia, de un montón de barro, creó al hombre.
Yo aquí tengo algunas preguntas que hacer: ¿La pieza de barro que se convirtió en hombre estaba bien seca cuando la metió al horno?, es más, ¿la metió en el horno, estaba este a la temperatura indicada?
Y según dicen, una vez terminada la obra en cuestión de un soplido en la nariz le infundió vida, creándolo a su imagen y semejanza ¡Qué cosas! ¿Verdad?, acto seguido dio la orden a todos los animales de la creación para que se sometieran a él.
Entonces el Señor, muy consciente de que aquella criatura debía tener un lugar apropiado para vivir, y aprovechando dos ríos que había allí, situó el más bello de los jardines con los mejores especimenes de la flora entre ellos, colocando en medio del vergel el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal, poniendo al hombre, al que llamó Adán, en medio de aquel esplendoroso lugar.
Después tomó a cada uno de los animales que había creado y los fue colocando uno a uno delante de él para que les diera nombre, así que el pobre tipo nada más aparecer en el mundo tuvo que poner su imaginación a trabajar y nombrar a un chingo de bestias, que según dicen las escrituras son los mismos que llevan ahora, así que su cerebro al menos para nombrar cosas funcionaba.
Luego, los reunió a todos ellos y les dijo que les dejaba el lugar y que vivieran allí en paz y armonía, dejando a Adán como dueño y señor del lugar al que llamó Edén y que a todos ellos, repito, a todos ellos, les dejaba como alimento las plantas, frutos y semillas que allí se encontraban, o sea, vegetarianos.
Y aquí tenemos al primer hombre dando vueltas por el Edén y maravillándose de todo cuanto veía, pero el pobre estaba más sólo que la una y de eso Dios se percató inmediatamente.
Así que muy inteligentemente pensó: -No es bueno que el hombre esté solo-, y paseándose arriba y abajo se puso a buscar una solución al problema.
Hagamos un inciso en este punto pues creo que vale la pena; para mí y creo que para muchas o todas las personas de mi género e incluso del otro, que también las hay, desde luego, es precisamente en ese instante cuando Dios realmente materializó la más grande obra de su creación, es más, creo que con el lío del barro lo único que hizo fue un simple ensayo y que el verdadero trabajo, el más perfecto de todos, fue lo que se le ocurrió en esos momentos; por descontado cada uno es libre de pensar lo que le de la gana, la libertad de pensamiento es mi lema.
Ahora volvamos al relato, decía que Dios estaba investigando como resolver la soledad de Adán, pero no pasó mucho tiempo pues interrumpiendo su ir y venir exclamó:
-¡Ya se!, crearé una pareja para él, ¿pero cómo lo haré?-, pues ya estaba algo aburrido de hacer surgir cosas de la nada, y lo del barro como que lo había encontrado un poco sucio.
Y dándole vueltas al asunto se le encendió el foquito, fue algo bien raro; pero los designios de Dios son suyos y sus ideas de lo más extrañas porque esta fue bastante exótica, pero vuelvo a repetir, son propósitos divinos.
Puso a dormir, apoyado en un árbol, a nuestro amigo que andaba por el Paraíso cabizbajo y compungido y, de una costilla que sacó de no se cual de los dos lados, creó al ser más bello que os podáis imaginar, creó a la mujer y no lo digo porque fuera una mujer, no, que va, la verdad, y siendo honesta, tenía todo muy bien puesto y en su lugar, ¡estaba buenísima!
Una melena frondosa y larguísima de cabello negro como la noche cubría la espalda en su totalidad, labios rojos y carnosos y unos inmensos ojos negros adornaban su cara, cintura de avispa, larguísimas piernas, senos altivos y un trasero redondito y levantado, en fin, que si los cirujanos plásticos hubieran existido se hubieran muerto de hambre con ella para que voy a mentir, ¡una belleza!
El hombre fue despertado por Dios dándole unos ligeros golpecitos en el hombro e ilusionado esperó la reacción del susodicho, no se quería perder la cara del tipo.
El durmiente, claro está, abrió los ojos que al ver a semejante criatura se le abrieron como platos e inmediatamente empezó a babear.
En ese momento y con voz profunda, Dios se dirigió a ellos de la siguiente manera, más o menos así.
-Adán, compañera te doy, Eva, y todo cuanto veis a vuestro alrededor lo he creado para vosotros, gozad de él pues ese es mi deseo, creced y multiplicaros poblad la tierra, os doy libre albedrío para que hagáis lo que os complazca; de eso, habría mucho que hablar.
-Pero…, - siempre los benditos peros -, hay algo en el Paraíso,- continuó diciendo-, que no debéis tocar.
Y con gesto amable, los acompañó hasta un árbol que más tarde y no se porque motivo, acabó llamándose manzano y no veáis el follón que se organizó con el bendito manzano.
Prosigamos, el árbol en cuestión, estaba cargadito de frutos; no creo que haya necesidad que os describa como eran estos al fin y al cabo eran unas simples manzanas, eso si, grandes, muy rojas y brillantes.
-Este,- siguió diciendo el Señor,- es el árbol de la ciencia del bien y del mal, y si coméis de él moriréis.
Y es aquí donde otra pregunta empieza a rondar por mi cabeza:
¿Sabían, Adán y Eva qué era eso de morirse?, porque en realidad ellos no habían nacido y encima eran los primeros seres de la humanidad, y claro, la desinformación hay que tenerla en cuenta, de paso y ya que estamos con las preguntas la siguiente la dejo a consideración del lector: ¿Adán y Eva tenían ombligo?, porque si no habían nacido, ya me diréis, ¿Y si lo tenían, era sólo un adorno?, y esta otra, ¿La manzana en cuestión estaba envenenada como la de la bruja de la Blancanieves?
A todas estas, la noche del sábado ya estaba muy avanzada y Dios cansado, pues se lo había currado de lo lindo, crear todo cuanto conocemos y lo que no conocemos aún en sólo seis días tenía, por fuerza, que haberlo dejado totalmente extenuado y el pobre, aunque no es viejo porque es atemporal tampoco es un chavalito.
Por lo tanto le dio un repaso a su creación por si veía algunos defectos que a lo mejor podría solventar “in situ”, pero todo lo que vio le agradó y se sintió muy satisfecho con su obra; me gustaría saber que piensa en estos momentos de lo que hemos hecho con lo que nos dejó.
Así que el Señor después de largarles el rollo del libre albedrío y de muy buen humor se fue a su nube, después de todo desde allí la vista que tiene del Universo es privilegiada y cualquier desperfecto que pudiera ocurrir en su creación la podría solventar en un abrir y cerrar de ojos, por algo es Dios y todopoderoso, dedicando el día siguiente al descanso, desde entonces quedó el séptimo día de la semana instaurado como el día del Señor para glorificarlo y alabarlo, cosa que como veremos más adelante le encanta.
Después de esta aclaración sobre el descanso divino, volvamos a aquellas dos criaturas que se quedaron en el jardín del Edén a disfrutar de todo cuanto Dios les había entregado, sin tener que preocuparse absolutamente de nada, un verdadero chollo, ¿No creéis?
Y claro, con todos esos regalos, no tuvieron otro remedio que vivir felices, aunque sin comer perdices.
No creáis que la historia termina aquí, continua, pero eso amigos será en otra ocasión, pues por hoy, este cuento se acabo.

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