sábado, 2 de febrero de 2008

¡Esta Tarde Fiesta!




Hace unas semanas mi esposo, Ralph, sufrió un desprendimiento de retina, aunque no voy a escribir sobre eso, si no de nuestra estancia en un Hospital de Kuwait.

Para empezar, os diré que no fue posible tener un cuarto privado, a no ser que lo hubieramos reservado con tiempo, y claro, a la retina de mi marido no le dio la gana de informarnos anticipadamente que había decidido desprenderse y lo hizo sin avisar, por lo tanto no teníamos habitación reservada, y fue instalado en una con seis camas y sus respectivos pacientes.Esa misma tarde hice la reserva para una de ellas, pero como el paciente autóctono tiene prioridad y mi marido no es kuwaití, ni desgraciadamente el dueño de ningún pozo de petróleo, pues no hubo ninguna para él.

Ingresó en el Hospital a mediodía, a media tarde nos hicieron salir del cuarto, pero no sólo a nosotros, si no a todos, de hecho sacaron todo lo que había en la habitación al pasillo y se pusieron a limpiar, una vez todo limpio y reluciente, fueron metiendo camas, armarios y demás muebles, y los enfermos, los que podían hacerlo solos, fueron entrando con la resignación de los conocedores de lo que significa limpiar a fondo en un Hospital.

Pero lo que de verdad nos dejó sorprendidos, fueron las visitas, aquello no son visitas, más bien se trata de invasiones, llegan en bandadas, con comida, termos con té, cajas de litros de leche, me refiero a esas cajas con doce tetrabricks de leche, pasteles enteros, platos, vasos y demás enseres, lo único que les falta es que desenrollen las alfombras y se sienten en torno a la cama del doliente, pero sólo los adultos, pues los niños, que también vienen en cantidades, corren por los pasillos.
Hacía poco que le había dicho a mi hijo que no levantara la voz para no molestar a los enfermos, pero os puedo asegurar que más tarde éramos nosotros los que teníamos problemas para entendernos en nuestro cubículo, pues la cama tres tenía un sarao digno de las mejores verbenas, y como no podían ser menos los otros, pues la dos y la cinco se unieron al festejo, así que ya os podéis imaginar el follón que había en la habitación, y ya que las fiestas eran privadas, y cada cama tenía la suya propia con sus respectivas visitas multitudinarias, aquella habitación parecía el metro en hora punta, y después de aquellas visitas multitudinarias, comprendí el afán de limpiar las habitaciones concienzudamente.

A todo eso, las enfermeras iban y venían sin decir nada, supongo es lo más normal del mundo por estas latitudes, y hasta creo que se sintieron extrañadas de que nosotros, los extranjeros, no organizáramos ningún guateque, aunque eso si, me llevé un termo con café caliente pues os puedo asegurar que el frío era insoportable y si en la calle estábamos a quince grados, dentro no alcanzábamos los diez, eso me hizo entender porque esta gente iba constantemente con sus disdashas hasta para dormir, incluso había uno que se ponía el abrigo cada vez que se levantaba de la cama.

Debo reconocer que entre el caos de las visitas y las limpiezas de habitación, el personal es altamente cualificado y muy amable en todo momento, todos los instrumentos que se usaron durante la operación son de la más alta y moderna tecnología, y el Oftalmólogo que lo atendió hizo su trabajo con profesionalidad y seguridad.

Así que desde aquí, que tanto he hablado de Kuwait y sus habitantes, os puedo decir que aunque esta gente parece que acaban de bajar del camello, en lo referente a la sanidad están en la cima en tecnología punta, que no todo ha de ser malo.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Al leer tu post, me he quedado con la curiosidad de si las enfermeras van vestidas con sus pañuelos y esa parafernalia de ropa que usan por esos lugares. Por experiencia se lo que cuesta trabajar con según que ropa. Besitos al paciente.

Angels dijo...

Pues verás, las había de todos los gustos y sabores, con el pañuelo en la cabeza, sin pañuelo y mostrando el pelo, y desde luego, las había a las que les asomaban los ojos por una rendija que dejaban un trapo que le cubría toda la cara y desde luego el pelo, eso si,, blanco e impoluto, las faldas, largas, por supuesto.
Más de una vez pensé en ¿Qué deben sentir los enfermos cuando se despiertan de la anestesia y se encuentran con un ser vestido de aquella guisa, deben pensar que ya están en el paraíso y se pondrán a reclamar el montón de vírgenes que se les adjudican al morir?...Gracias por los besitos

Anónimo dijo...

Me he empachado con todos tus "post" realmente son geniales, admiro tu sentido del humor! Decile a tu amigo argentino que viaje a la Patagonia tranquilo, sin nada más que su equipaje, nuestra nueva presidente le ha dado a la zona el toque de glamour necesario para que nadie se sienta molesto.. (es de la zona la señora) eso sí que se acompañe con una buena cantidad de euros. Un besote Angels quedo a la espera de tus nuevos "post"- Jalandra

Angels dijo...

Muchas gracias Jalandra,me alegra que te haya gustado, no te preocupes, en cuanto me ponga en contacto con Jorgito, le avisarñe que debe llevar el bolsillo lleno de Euros, que aquello ya cambió y ahora las revistas de moda si que llegan.
Un beso

Jorge Ariel del Rio dijo...

Ok, Me doy por enterado. La proxima vez que vaya a la Patagonia me llevaré mi billetera bien cargada de esos billetes tan valiosos como incómodos (que justamente no caben bien en ninguna billetera! jejejeje)
Un saludo
Jorgito