jueves, 7 de febrero de 2008

Retrato divino



Seguro que cada uno de nosotros se ha formado en su mente una imagen de Dios, y que cada uno de nosotros tiene una forma diferente de ver a este ser, energía o lo que sea que haya creado el universo.
Pero eso no quita para que desde chiquitos nos mostraran la imagen de un hombre, Dios ha sido representado con la imagen de un venerable anciano con barba y pelo largo y ondulado completamente blanco; supongo que por los disgustos que le damos los mortales, y un triángulo con un ojo dentro sobre su cabeza, el cual no tengo ni idea para que sirve, no me cabe la menor duda de que el Clero lo debe saber, y que debe ser muy importante, tratándose de Dios, ya me diréis, no creo que simplemente se trate de un ornamento para su divina Testa.
Triángulos aparte, el caso es que mucha gente, realmente, piensa que esa es la imagen de Dios, y por si fuera poco, que este se encuentra en el cielo, rodeado de los acólitos que se han ido uniendo a él durante estos dos milenios, y por supuesto de una cohorte de seres angelicales.
También se nos ha dicho que se encuentra sentado, supongo que en algún sillón bien cómodo, pues si está así desde el inicio de los tiempos y para toda la eternidad no habrá escogido una silla, vamos digo yo, me imagino también que tendrá su nube privada junto con los más cercanos, sentados a ambos lados del creador , sin olvidar la palomita blanca volando sobre sus sacras cabezas, y que desde allí debe estar al tanto de todo lo que pasa.
En su mano; no se cual de ellas, pero supongo que la izquierda; me lo imagino diestro, ¿Quizá porqué durante siglos se ha considerado el lado izquierdo cómo el lado regido por el maligno?, en esa mano, decía, y descansando encima de su Divina rodilla, tiene un libro enorme, como el de Petete, pero a lo bestia.
Parece ser, que desde que nos creó y se lió lo de la serpiente, a lo único que se dedica es a anotar el más mínimo desliz por nuestra parte, o la falta que hayamos podido cometer, y esta quedará inmediatamente registrada en el librito de marras con fecha y hora y, según dicen, se nos pasará factura a la hora de entregar el cuerpo que ocupamos.
Y aunque es omnipresente, no lo vemos, pero eso si, tiene por costumbre aparecer sin avisar, lo se, no es muy educado en eso, pero qué queréis, es Dios, y cuando aparece, habla con voz atronadora, cosa que hace, que los protagonistas de tan divina visita, se lleven unos sustos tremendos, además cuando se presenta no es para pedir, es para exigir y nunca pregunta si hay algún inconveniente en lo que nos demanda, llega ordena y se va, y cuando regresa, es muy posible que haya cambiado de opinión, y si no que se lo pregunten a Noé.
Le encanta que lo adoren y le canten himnos de Gloria, pero sobre todo le gustan los asados, sea de la carne que sea, lo que no se sabe es en que término la prefiere y si le gusta ponerle alguna salsa.
Pero si esto fuera poco, una amiga, muy informada en cosas divinas, me contó una vez con la seguridad que le daba la inconsciencia que:
El Diablo debe pedirle permiso a Dios para fastidiar a los mortales, yo que tengo una fantasía desbordante, rápidamente me imaginé la situación, que vendría a ser algo así como:
-Señor, tengo ganas de joder un ratito a Fernández, el del segundo primera, ¿Te importaría que lo hiciera, o prefieres que lo haga en otro momento?
A lo que el Creador le respondería muy en su lugar:
-Está bien, pero no te pases, creo que a Fernández le están yendo muy bien últimamente, un poco de caña no le vendría mal, no sea que se acostumbre y luego se ponga a pedir más y más, si, si, estoy de acuerdo.
-¡Anda ve!, pero cuidado, que te conozco.
Y el diablo saldría contento, meneando el rabo, camino a donde se encuentra el pobre Fernández a joderlo por un ratito.
Ahora que ya tenemos el retrato robot de nuestro Creador en su privilegiado lugar, y antes de que pase a relataros la primera de las historias, para poneros en antecedentes, os contaré algo que creo que es muy importante para que podáis comprender mucho mejor de donde sale uno de uno de los personajes de estas historias y a veces, según dicen, culpable de todas las penurias de sus protagonistas.

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