lunes, 31 de diciembre de 2007

Friday market

Siempre me ha gustado ir a los mercados de segunda mano, como “els encants vells” (encantes viejos), el Rastro, o mercados de las pulgas, como los conocen en muchos países.
Me gusta buscar cosas viejas e imaginarme la historia de cada una de ellas, aunque también hay que reconocer que la mayoría de las veces y en estos países, también te puedes encontrar con cosas que te llaman mucho la atención por lo viejas que se ven y luego les das la vuelta y te encuentras con un “Made in China”.
No es que vaya buscando antigüedades, en realidad no busco nada en concreto, sólo me dejo llevar y a veces salgo con algo en una bolsa y la mayoría de ellas ni bolsa llevo, porque si no compro no me la dan, por supuesto.
En mi libro “Todo sobre Kuwait”, viene anunciado, como una de las octavas maravillas de la ciudad, uno de esos mercados, donde lo viejo, lo usado y lo nuevo se mezclan.

Así que una vez instalada en la casa, un viernes por la mañana nos dirigimos hacia el Friday Market (mercado del viernes) la mar de contentos, un matrimonio amigo nuestro, mi esposo y yo.
La verdad es que es digno de mención, aquello es un batíburrillo de cosas, desde jabón para lavar la ropa hasta muebles de cocina, pasando por cojines para hacer tu propio lugar para fumar Shisha, ropa, trajes de noche, bolsos; copias de grandes marcas o verdaderos, estos de segunda mano, todo ello ubicado en un descampado al que le han colocado techo, ya os podéis imaginar las temperaturas en verano.
Estuvimos recorriendo el mercado mirando aquí y allí y no vimos nada que nos llamase la atención, al menos a mi, aunque los hombres se pararon en varios puestos donde había herramientas, no se si servían o no, pero estuvieron por allí un rato.

Mientras, mi amiga y yo nos quedamos esperando en otro puestito donde había montañas de cosas para computadoras.
De repente y entre medio del montón de cosas, encontré algo que me llamó la atención, un Router (conector múltiple para Internet) que me parecía familiar, así que me fui hacia él y lo miré más de cerca.
Efectivamente, ese Router era mío, y lo podía constatar, porque yo que soy un poco tonta en asunto de ordenadores, al desconectar mi Mac en Dubai, puse etiquetas adhesivas en cada una de las cosas que iba desmontando, cables incluidos, para saber luego como debía montarlos, ya que está vez nuestro técnico en informática, mi hijo mayor, se iba a quedar en Dubai y esta iba a ser la primera vez que yo iba a conectarla sola, así que me aseguré de que todo estuviera bien clarito, por eso encima del aparato había una etiqueta con mi letra que decía: conector de Internet.
Lo que no pensé fue en ponerle su etiqueta al transformador del Roeuter, y a la hora de enchufarlo, pues me equivoqué y lo conecté al que no le pertenecía y quemé el cacharro. ¿Qué hice con él?, pues lo que haría cualquier persona, tirarlo, lo que menos me iba a imaginar es que lo iba a encontrar en venta unos días más tarde.
Me acerqué a mi amiga y le dije, eso es mío, claro ella no entendía nada y me miraba extrañada mientras me preguntaba ¿cómo qué es tuyo?, tuve que explicarle la historia completa para que entendiera.
Con el aparato en la mano, nos acercamos al chico que atendía y le preguntamos el precio, costaba un Dinar, o sea dos euros y ochenta y cinco céntimos, luego le preguntamos si funcionaba, el hombre se limitó a encogerse de hombros y no dijo nada más.

Unos días más tarde de aquel hallazgo, a Axel, mi hijo, tenía algo que no necesitaba y no sabía que hacer con él y me preguntó a mi, así que le dije: no guardemos cosas que inútiles, tíralo, si lo necesitamos, vamos al Friday Market y lo compramos por un Dinar.

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